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La Movilidad Geográfica de las Personas Afromexicanas

Imagen que muestra una pizarra con un texto alterno que dice. Secretaría de Desarrollo Social programa 3 por 1

El fenómeno de la migración es un tema muy importante en la agenda pública, pues en los últimos años, a escala planetaria, la movilidad de las personas se ha enmarcado en un contexto de agudización de las condiciones de marginación, inseguridad y vulneración de derechos humanos. A su vez, se origina todo un andamiaje institucional que promueve el endurecimiento de políticas migratorias que derivan en la criminalización de las y los migrantes, así como la emergencia de prácticas y discursos racistas hacia este sector de la población.

En nuestro país la población afromexicana de la región de la Costa Chica tiene dinámicas de movilidad con antecedentes históricos que es necesario conocer. En primera instancia, debemos mencionar que su arribo al continente americano se llevó a cabo por una migración forzada en el marco del proceso de esclavización en la época de la Colonia. Una vez asentados en la Nueva España, su presencia se diseminó a lo largo y ancho del territorio que actualmente es México.

Su establecimiento definitivo en la región de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca estuvo caracterizado por una movilidad interna muy intensa, que sigue manteniéndose hasta el día de hoy, y que se ha dinamizado principalmente por las opciones laborales. Hay familias de Guerrero que se han asentado en Oaxaca para el trabajo en la agricultura o la pesca, y hay personas de Oaxaca trabajando en Acapulco en el sector de servicios, por mencionar un ejemplo. Esto permite el nacimiento de redes de amistad y parentesco muy sólidas que son nutridas a través de visitas constantes que se realizan por motivos diversos. También se cuenta con la llegada de personas extranjeras (alemanes, españoles) a esta zona, quienes instauraron algunas haciendas de ganado y limón.

La construcción de la carretera costera Miguel Alemán en la década de los sesenta fue un detonante para la movilidad geográfica de la población afrodescendiente. Distintos puntos del mapa nacional se convirtieron en zonas de atracción, -además de los de Acapulco y la Ciudad de México-, como Cancún, Veracruz y Michoacán. Aunque los centros rectores económicos de la región como Cuajinicuilapa y Pinotepa Nacional siguieron funcionando como centros de atracción para las transacciones comerciales, la oportunidad de ampliar los horizontes laborales hacia otras latitudes impulsó un mayor flujo de migrantes fuera de la zona costeña para laborar en el ámbito de los servicios, y en algunos casos, para continuar con sus estudios.

Por su parte, la migración hacia Estados Unidos es también común en la zona. El Programa Bracero, que se instauró entre los años 1942 y 1964 fue un acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos y México para que trabajadores de este país fueran a laborar allende la frontera norte y brindar así mano de obra a la industria y los campos agrícolas estadounidenses. En este programa participaron indígenas mixtecos, algunos nahuas y personas afromexicanas. Pero no fue sino hasta entrada la década de los ochenta y con más densidad en los noventa cuando la migración internacional se volvió más intensa y dinámica. La llegada del huracán Paulina en 1997 fue un detonante para que las salidas conformaran un flujo mayor. Las localidades que se vieron afectadas por la llegada del meteoro sufrieron graves pérdidas, desde bienes inmuebles hasta tierras de cultivo y pastoreo. Esta situación motivó a los pobladores a salir del territorio nacional en busca de recursos económicos para sortear las pérdidas materiales y financieras que las inundaciones provocaron en las localidades más afectadas.

Este precedente sentó las bases para salidas posteriores de familiares y conocidos, quienes aprovechaban los contactos de los primeros migrantes para insertarse en alguna actividad económica. Algunas personas afrodescendientes se quedaron a laborar en la franja fronteriza del norte del país, aunque hay algunos sitios, como La Paz, Baja California que se han constituido en un punto de migración importante.

Con el transcurrir de los años, los lugares de destino de los afromexicanos en Estados Unidos se diversificaron, inicialmente las primeras llegadas estuvieron ceñidas a California, pero ya se han ampliado hacia otros puntos geográficos como Carolina del Norte, Carolina del Sur, Utah, Nebraska, Chicago, Washington y Atlanta, por mencionar sólo algunos. No obstante, el elevado costo del cruce (en algunos casos se llega a cobrar hasta 35 mil pesos), el peligro de deportación y la escasez de trabajo han motivado la migración de retorno.

Las incidencias de este proceso de movilidad constante, imprimen una dinámica particular a las familias en esta región, por ejemplo, en el cuidado de las niños y niñas que se quedan en las comunidades, o en los noviazgos a distancia. En algunos casos no se vuelve a tener noticias de parientes que se fueron, pero en otros, hay una constante comunicación a través del teléfono celular, de la mensajería instantánea y de las redes sociales (como Facebook). Esto nos habla de la vitalidad organizativa costachiquense en el marco de la migración. Es necesario insistir en la importancia de la visibilización y reconocimiento de la población afrodescendiente en general y afromexicana en particular, y sensibilizar a las autoridades migratorias sobre su existencia para que en su tránsito por el país no se les cuestione sobre su procedencia, ya que es común que dichas autoridades les consideren extranjeros en su propia tierra.

México se ha constituido en un país de tránsito y ahora también de asentamiento de personas afrodescendientes (originarias de algunos países africanos, y centro/sud americanos), contamos con su presencia en la Ciudad de México y otras urbes nacionales, y recientemente se incluye en este amplísimo espectro de diversidad, la migración de haitianos en Baja California. Pensemos en la importancia de la movilidad humana en nuestra cotidianidad. Cómo la percibimos y tratamos dice mucho de lo que somos como sociedad.

Fuente: themexicantimes